viernes, 7 de junio de 2019

GONZALO RUIZ DE ATIENZA, El hombre del Rey, en Sevilla

GONZALO RUIZ DE ATIENZA,
El hombre del Rey, en Sevilla

    Quizá, viendo hoy lo que ha quedado de la villa de Atienza, después de la condena de los siglos, luego de aquella triste demolición a la que la sometió el tristemente célebre condestable de Castilla Don Álvaro de Luna, no podamos imaginarnos lo que fue con anterioridad a ese desastroso siglo XV en el que todo cambió.


   Con anterioridad a 1446, cuando Atienza quedó arruinada, y despoblada por espacio de más de diez años, fue una de las villas punteras de Castilla, y dio a la historia de sus reinos, de los que eran y los que continuaron siendo, nombres que han de permanecer en la memoria de la historia.

   Entre aquellas grandes figuras que vieron la luz en nuestra histórica villa de Atienza, una de ellas, y por las circunstancias más representativas del siglo XIII, fue Gonzalo Ruiz de Atienza. Gonzalo Ruiz y, por supuesto, sus hermanos.



   No conocemos el nombre de todos, pero si al menos el de uno de ellos quien lo acompañó en alguna de sus aventuras y embajadas, y junto a nuestro Gonzalo estuvo, entre otros lugares, en el sitio y conquista de Sevilla, y obtuvo en la ciudad del Guadalquivir mercedes reales; se trató de Pero, o Pedro, Ruiz de Atienza. Ambos hermanos están en el origen de que el apellido Atienza se extendiese por Andalucía, y por otras partes de la Península, y de que se uniese a la antigua nobleza castellana.

   Gonzalo Ruiz de Atienza debió de nacer, en Atienza por supuesto, hacía el año 1230. Siendo hijo de otro Gonzalo Ruiz de Atienza, a quien la historia sitúa como alcaide del castillo y fortaleza atencinas en torno a esos mismos años, citándose igualmente como “señor de la villa” en otras relaciones.

   Algunos historiadores sitúan el nombre de nuestro ilustre paisano como maestre de la Orden de Calatrava mediado el siglo XIII, pues como tal parece figurar en el documento fundacional de la villa de Orduña, dado por Alfonso X el Sabio en 1256, aunque también pudiera tratarse de Gonzalo Ruiz padre, en cualquier caso y oficialmente el maestre de Calatrava en aquel año era Pedro Yáñez, por lo que pudiera tratarse de una representación. Si bien en la historia de Orduña se nos cuenta:

   El Rey Alfonso X al fundar la villa de Orduña la separó del Señorío de Vizcaya uniéndola por segunda vez al reino de Castilla. Poco debió de durar esta separación pues en la Crónica de Alfonso X el Sabio, en su Capítulo 51 consta: Que el Rey Sabio vino después en que se entregasen a don Lope los lugares de Orduña y Valmaseda, y así, en boca del Maestre de Calatrava, don Gonzalo Ruiz de Atienza se dice lo siguiente: “Y que pidan del heredamiento que es de Orduña y Valmaseda y que ellos otorgaron por el Rey, que se lo dará a don Diego López de Haro y que fuera con el Imperio”. Esta última frase se refiere sin duda a la ayuda que podría prestar el Señor de Vizcaya en la consecución de la Corona del Sacro Imperio a la que aspiraba por aquel entonces el Rey Alfonso X.

   Descendiente de una de aquellas dinastías que llegaron a Atienza en tiempos de la reconquista y se asentaron en la villa, Gonzalo Ruiz de Atienza fue, durante mucho tiempo, una especie de “privado del rey”, lo que vendría a ser en aquellos remotos tiempos como una especie de primer ministro, pues como a tal nos lo pintan en algunas crónicas. Tomando parte activa tanto en la corte de Alfonso X como en la de su sucesor, Sancho IV, situándolo las crónicas de ambos reinados como un personaje de indudable influencia, interés, fortuna y por supuesto responsabilidad en el reino. Pudiendo ser, de entre sus papeles destacados, uno más, su actuación en la conquista de Sevilla, llevada a cabo en 1248.

   Hay cierta confusión sobre el papel que Gonzalo Ruiz de Atienza tuvo en la conquista de Sevilla, pues según de qué autores hagamos cuenta nos lo citarán como almotacén, almogávare, adalid, o simplemente como un rico-home castellano, de la vieja nobleza surgida después de la Reconquista, lo cierto es que, aun a pesar de recibir bienes en la recién conquistada ciudad en menor cuantía de lo que lo hicieron otros caballeros, lo recibido fue tan cuantioso como para hacer que su fortuna estuviese entre la de los principales caballeros de Castilla.

   En los Elogios de los Conquistadores de Sevilla, de Gonzalo Argote de Molina, escrito ya en el siglo XVI, el autor nos dice de  nuestro paisano:

   Es Don Gonzalo Ruiz de Atienza de quien se hace muy particular memoria en la Crónica del Rey don Alonso el Sabio en el Cpti. 23, 24, 26, 45, 46, 47, 48, 51, 52 y 53. Fue uno de los principales caballeros de aquel tiempo y de quien el rey hizo mayores confianzas, fue por su embajada al infante don Felipe y a los ricos homes del reino que estaban desavenidos del rey en el reino de Granada, y así mismo por embajador al rey moro y hizo al rey muchos y grandes servicios. Excelente caballero, dicen diera (descendiera) de otro Gonzalo Ruiz de Atienza que se halló con el rey don Sancho de Castilla tercero de este nombre, en las vistas que tuvo con el conde Ramón Berenguer príncipe de Aragón en Navarra…


   En el reparto de Sevilla recibió junto a la puerta de Goles setenta aranzadas de olivar, siete de viñas y siete yugadas de heredad en Alcalá del Río, de lo que parece no llegó a posesionarse en toda su parte, recibiendo más tarde, y de manos del rey un nuevo donadío en Huévar, hoy Huévar del Aljarafe, de setenta aranzadas de viñas a cambio de las siete anteriores, con otras setenta de olivar y otras tantas de viñas a la entrada de Sevilla.

   Continuó nuestro Gonzalo por aquellas tierras, y recibió, tras la conquista de Alcalá de Guadaira otras cinco aranzadas de viñas y seis yugadas de pan al norte de Triana. E igualmente es conocido que tuvo sus casas en la colación del hoy barrio del Salvador, probablemente con extensa huerta, aunque lo de la huerta quede en el aire, teniendo por vecino al caballero Pedro Pérez de Medina.

   Era ya poseedor de grandes espacios de tierra en el reino de Aragón, donde tuvo uno de sus principales señoríos; señoríos que extendería por tierras de Cuenca, de Burgos y, ante todo, de Andalucía. Sin dejar a un lado a la actual provincia de Albacete, siendo señor en Jorquera, y caballero principal de la villa de Boniches. Cuya cronista, Amparo Buj, por estos días hilvanando la historia de aquella magnífica población conquense, me comunicaba no hace muchas fechas, haber encontrado el hilo conductor para poder afirmar que nuestro paisano y su hijo fueron los mecenas que costearon la hermosa iglesia de aquella villa.

   Una de sus hijas, Aldonza Ruiz de Atienza, casada con Juan Ruiz de la Bastida, heredó las tierras aragonesas, dejando en Aragón el apellido Atienza.

   Nos dicen las crónicas que prestaría en el futuro grandes servicios al rey, lo que efectivamente sucedió. En 1263 formó parte del grupo de compromisarios castellanos que habría de negociar con los aragoneses las fijación de los límites de ambos reinos, y todavía la historia le reservaba un nuevo y más importante papel que llevó a cabo en 1272, cuando su figura se destaca definitivamente, nos cuenta Alfonso del Pozo y Barajas desde la Universidad de Sevilla, con motivo de la rebelión de los ricos-homes castellanos que encabezara don Nuño González de Lara: desde mediados de agosto de ese año hasta el verano siguiente, Gonzalo Ruiz de Atienza actúa como mandadero del rey ante los nobles desnaturados, a los que seguirá una y otra vez en su furioso vagar. Su asistencia a la entrevista de Atienza, a la funesta de Sabiote, a las negociaciones de Granada y Porcuna hicieron de él un fugaz testigo, a la vez que protagonista de la historia.

   Sin duda continuaremos, o continuarán, hablando de don Gonzalo Ruiz de Atienza, sirva esto de adelanto sobre una figura histórica de la que en la comarca apenas se tiene memoria, y en Atienza forma parte de las páginas del olvido histórico, pero que en tiempo pasado llegó a ser protagonista de una novela de carácter histórico a la moda del siglo XIX, “Las amarguras de un rey”, de la que fue autor, en 1846, el alicantino Nicasio Camilo Jover.


Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 7 de junio de 2019


 LUISA DE MEDRANO. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ