martes, 6 de octubre de 2020

ALFONSO VIII. Rey de Castilla

 ALFONSO VIII, Rey de Castilla
Soria, 11 de Noviembre de 1155- Gutierre Muñoz, 6 de octubre de 1214

 Alfonso VIII, en Atienza:

   Convertido Alfonso VIII en el gran protector de Atienza, las fundaciones sociales comienzan a desempeñar un importante papel dentro de la villa y su Común de Tierra.

   Junto al Concejo surgen paralelos distintos grupos de poder que éste ha de verse obligado a contener de alguna manera mediante normativas que han de tener como fin primordial una ordenación que defienda al ciudadano, y al poder real, en contra de los posibles desmanes de los ya poderosos gremios o hermandades gremiales fundadas en la población. Entre ellas la de arrieros, el Cabildo de Clérigos o la de zapateros.

 

 LA CABALLADA DE ATIENZA. EL LIBRO (pulsando aqui)

  Mediado el siglo XII se constituyen dos hermandades de tipo gremial, la de Arrieros y Recueros, bajo el patronazgo de la Santísima Trinidad con sede en esta iglesia, y la de Zapateros, al amparo de la de Santa María del Val. A finales de siglo o comienzos del siguiente, el poderoso Cabildo de Clérigos, que andado el tiempo será una de las primeras instituciones de la villa en cuanto a titulares, influencia y riquezas, logradas a través de donativos y reinversión de éstos en productivas tierras, generadoras a su vez de nuevas riquezas.

   Atento a todo esto, el Concejo se ve ampliado con la incorporación de escribanos y expertos en leyes, reglando constantemente ante el crecimiento de la población, ordenando tasas o velando por el cumplimiento de aquellas, y por supuesto no ha de olvidar la beneficencia, para lo que mediado el siglo funda, más que probablemente en unión con la hermandad de Arrieros, el hospital de San Julián, haciéndose cargo ambas instituciones de su sostenimiento. Fundación hospitalaria que, de la mano del Concejo, llegará hasta la mitad del siglo XIX.

   A lo largo de los veinte o veinticinco años siguientes a la llegada al trono de Alfonso VIII, la vida atencina da un giro total, en pos de su futuro bienestar, o prosperidad para sus habitantes. Además de aquellas instituciones el desarrollo urbanístico adquiere una notable importancia con la llegada de nuevos pobladores, mayoritariamente artesanos, que ocupan los nuevos arrabales, y serán posteriormente el origen de una nueva burguesía, que con el pasar de los años  y tras ensanchar sus horizontes, alcanzarán  importantes puestos en la vida atencina. Ya que la burguesía local no se fundará en base a apellidos ilustres de conquistadores de tierra y títulos en nombre del Rey; sino de personajes, en principio anónimos, que servirán al Rey distinguiéndose en la conquista, obteniendo cargos en principio de carácter burocrático, por llamarlos de alguna manera, hasta llegar a inscribir su nombre en los anales de la historia; caso de los Bravo de Laguna, Ortega, Vela, y tantos más.

   A la edificación de nuevas iglesias, instituciones de caridad e instauración de hermandades y cofradías, se suman los privilegios que el rey concede a sus moradores, y que servirán más adelante para que la villa mantenga su crecimiento. A cambio de éstos, el Concejo se encarga de proveer los ejércitos reales con hombres del Común. Mediante las oportunas levas acompañan a los ejércitos en las sucesivas campañas guerreras en pos de la Reconquista de nuevos territorios.

   Las huestes concejiles atencinas, tras el alférez de la villa siguen al rey en la toma de Cuenca, en Huete, Alarcos, Magacela, el Aljarafe murciano, y concluyen, junto a Alfonso VIII, en la famosa, y victoriosa, batalla de Las Navas de Tolosa. Muchos de los que parten quedarán recompensados en los nuevos territorios, donde fundarán núcleos de población, otros tornarán a su villa. De lo que no cabe la menor duda es de que, a partir de la batalla de Las Navas, el guion o apellido Atienza comienza a extenderse por una buena parte del hoy territorio nacional.

   La muerte de Alfonso VIII y la posterior de su mujer, Leonor de Inglaterra, poseedora o señora de Atienza, entregada a ella en arras matrimoniales, no supone para la villa merma de favores o poder, pues sus bases son lo sobradamente fuertes como para superar aquella pérdida.

Tomás Gismera Velasco


 ATIENZA, Y SU CABALLADA. Para conocerla, y entenderla (Pulsando aquí)