LAS
BODAS DE JUAN BRAVO
Llevó
a cabo dos matrimonios, a cambio de suculentas dotes matrimoniales
Que Juan Bravo, el capitán
comunero más señalado de nuestra provincia –nacido en Atienza- buscó, a través
de sus matrimonios, más que la estabilidad conyugal la económica, nos lo dan a
entender las respectivas cartas de arras y capitulaciones matrimoniales que
llevó a cabo tanto en su primer como en su segundo matrimonio; en ambos, resultaba ganancioso.
Cuando Juan Bravo contrajo
matrimonio con María Coronel, en 1519, era poseedor de ciertos bienes propios
que, si no demasiado cuantiosos, si al menos le permitían la suficiente holgura
como para llevar una vida sin demasiadas apreturas gracias a la herencia de don
Juan de Ortega, el Obispo de Coria, hermano de su padre, que le legó una parte
de sus bienes, traducidos en una importante dotación económica. Al tiempo que
igualmente gozaba de las rentas de los bienes heredados de su primera mujer,
Catalina del Río, entendemos que como administrador de los hijos que de este
matrimonio le nacieron.
Sin embargo, cuando firma
capitulaciones y carta de arras a la hora de contraer matrimonio con Catalina
del Río en 1504 nuestro capitán apenas poseía su salario como contino de la
reina, y escasas rentas en tierras de Atienza, junto a unas salinas. A pesar de
ello su suegro, el controvertido regidor segoviano Diego del Río, dotó al
matrimonio de interesantes activos, contra lo poco que Juan Bravo ofrecía
económicamente; salvo sus apellidos. Eran tiempos en los que muchos personajes
de ciudades de relumbre, provenientes de la burguesía mercantil, o de la
conversión, como lo fue Iñigo López Coronel, su segundo suegro y debió de serlo
también Diego del Río, el primero, veían en estos matrimonios con cristianos de
la vieja nobleza y apellido ilustre, una carta de hidalguía, si no ya para
ellos, al menos sí para sus descendientes. Como entendió Iñigo López Coronel, y
debió de entender Diego del Río. Quienes en las capitulaciones matrimoniales
miraban de manera especial que sus bienes pasasen a sus nietos. No pecaríamos
de descabellados si afirmásemos que Juan Bravo de Mendoza, o de Laguna, vivió
de su apellido.
El matrimonio con
Catalina del Río
El 20 de abril de 1504 se
firmaron las capitulaciones matrimoniales entre Juan Bravo y Catalina del Río,
con la que contraería matrimonio en Segovia poco tiempo después. Al tiempo que
Juan Bravo emitía la correspondiente carta de arras por la que entregaba a su
futura mujer seiscientos florines de oro que formaban la décima parte de sus
bienes.
Catalina del Río era hija de Diego del Río, regidor de Segovia, y de Catalina
Machuca. Diego del Río tenía casas,
tierras de pan llevar, juros y muchos bienes muebles, además de una casa en
Segovia en la colación de San Martín y otras en Muñoveros y Mingo García. Al
casarse su hija doña Catalina la dio en dote la casa de Segovia y 50.000
maravedís en dinero. Juan Bravo a la muerte de su suegro heredó más de 400.000
maravedís en dinero, oro, plata y diversos juros. Casas segovianas de las que
no tardó nuestro capitán en tomar posesión, ejecutando en ellas importantes
obras. En las de Muñoveros también llevó a cabo numerosas reformas, al tiempo
que levantó un palomar y preparó una tierra para dedicarla a huerta.
Bienes todos ellos que fueron
confiscados a la muerte del capitán, a pesar de que estos pertenecían a sus
hijos y él era únicamente administrador en sus nombres. Puesto que del
matrimonio con Catalina del Río habían nacido tres vástagos, Gonzalo y Luis
Bravo, y María de Mendoza, quienes hubieron de presentar, tras la incautación
de bienes una demanda en busca de que se les devolviese lo incautado, con las
alegaciones pertinentes.
La boda con María
Coronel
Descendía María Coronel, de
Abraen Seneor, noble varón hebreo quien
el 15 de junio de 1492, recibe las aguas bautismales en el Monasterio de
Guadalupe, apadrinado por los Reyes y el Cardenal de España, según nos cuenta
el Cronicón de Valladolid.
Con María Coronel, hija de
Íñigo López Coronel y nieta de Abraen Senneor, contraería segundo matrimonio
Juan Bravo de Mendoza, o de Laguna, en el mes de agosto de 1519. Las
capitulaciones matrimoniales se fechan el 4 de agosto, manifestando el deseo de
los Coronel, de dar una importante dote económica a María, para que de ella haga mayorazgo que hereden sus nietos, de Iñigo
López Coronel.
Ven los historiadores
segovianos en el enlace una forma de dar cierta categoría al matrimonio entre
María Coronel y Juan Bravo, por parte de la familia Coronel, al enlazarse de
esta manera con un apellido de la vieja nobleza castellana, por lo que la dote
que dan a María resulta cumplida, llegando incluso a despojar de bienes a una
hermana mayor de esta, Leonor, a quien se la obliga a entrar en un convento,
previa renuncia de su herencia a favor de María.
Iñigo López Coronel pone en
manos de Juan Bravo, entre otras cosas, el regimiento que tiene en la ciudad.
Tanto Iñigo López Coronel, como su padre, se habían significado a favor de
Isabel la Católica en las guerras civiles anteriores a su proclamación como
reina de Castilla, por lo que recibieron las correspondientes mercedes que
habían de pasar, a través de Juan Bravo, a sus descendientes.
Poco conocemos de la hacienda
de Juan Bravo anterior a su llegada a Segovia o proveniente de su propio
apellido, salvo que era propietario de las rentas de algunas salinas, algunas
tierras de dudoso valor por la parte de Atienza, y poco más. Su padre no había
tenido demasiado tiempo a la hora de incrementar la hacienda familiar, que
indudablemente hubiese mejorado con la tenencia de la alcaidía del castillo de
Atienza.
A Juan Bravo la familia López
Coronel no le pone demasiadas objeciones a la hora del matrimonio y su
aparentemente menor riqueza; tampoco en las capitulaciones matrimoniales se le
exige demasiado, limitándose a consignar que
pondrá todo aquello que deba
poner.
La casa en la que habitó en Segovia tras su matrimonio con María
Coronel, cuya fecha no se conoce con certeza, pero que debió de celebrarse
entre mediado de agosto y finales de septiembre, puesto que ya estaban casados
el 15 de octubre, debió de ser la misma en la que habitaron los López Coronel, en la Judería.
Que Juan Bravo abrazó la causa
comunera quizá por influencia de su suegro, lo podría probar el que su madre,
casada ya con Antonio García Sarmiento, junto a sus hijos, abrazaron la causa
del Emperador, al igual que la mayoría de sus familiares.
Tampoco ha de quedar al margen
el que, desde Baeza, de donde era vecino y desempeñaba oficios en el regimiento
de la ciudad, su hermano, Gonzalo, hiciese un precipitado viaje desde aquella a
tierras de Castilla para entrevistarse con el capitán a fin de pedirle que
dejase la Confederación Comunera. Algo, el viaje de Gonzalo Bravo a Castilla,
que se volvería contra él, ya que quedó señalado como integrante de la revuelta,
a pesar de que trató de demostrar que se encontraba en Castilla con la
intención señalada; no creyeron su versión los encargados de instruir la causa
que llevó a la condena o perdón de los intervinientes, puesto que el Licenciado
Bravo fue condenado a perder sus bienes, quedando fuera del decreto de perdón
general emitido en Valladolid por el Emperador en 1522.
Curiosas historias de la historia.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara,